“La felicidad del prójimo es nuestra felicidad”

A fin de ayudar en el campo agrícola de una anciana que vive sola, más de veinte voluntarios de la Fundación de Bienestar Nueva Vida visitaron la aldea Dureung, en Neungwol-ri, Cheongseong-myeon, Okcheon-gun, Chuncheongbuk-do.

Lo que los voluntarios debían hacer ese día era deshierbar el campo de pimiento rojo y de semillas de sésamo silvestre, y rociar el pimiento rojo con pesticidas. Al entrar en el campo de pimiento rojo, todos se sorprendieron; el campo que no había sido cuidado por más de un mes estaba lleno de maleza más alta que el pimiento rojo. Apenas pudieron encontrar los surcos a causa de la mala hierba. Hasta los árboles de los pimientos rojos estaban inclinados por la lluvia y el viento, y muchos de sus frutos ya habían caído al suelo. Los miembros usaron guantes y empezaron a deshierbar con los azadones que habían llevado.

En el campo de semilla de sésamo silvestre también se empezó a deshierbar. El sésamo silvestre tenía brotes florales de color violeta. Los miembros deshierbaron cuidadosamente con el fin de no dañarlos.

La voluntaria Kim Yeong-mi (43 años, de Tanbang-dong, Seo-gu, Daejeon) que vino para compartir amor, pese a no ser buena en la agricultura, dijo: “Recuerdo mis días de infancia cuando ayudaba a mis padres en el campo. He experimentado intensamente el valor del sudor y el duro trabajo de los agricultores y de sus productos. Deseo ser una ayuda para la agricultora anciana que ha cultivado estas hortalizas como a sus propios hijos con todo su corazón”. Otro voluntario Baek Seong-ho (46 años, de Gao-dong, Dong-gu, Daejeon) dijo alegremente: “Vale la pena trabajar duro y compartir juntos la alegría. Deseo que todas las personas trabajen unidas con nuestro prójimo necesitado de modo que el mundo sea un mejor lugar para vivir en armonía”.

En la tarde, la temperatura era de 31ºC, y los voluntarios sudaban profusamente. La sandía que la agricultora trajo como merienda, alivió su sed y el calor. Sobre todo, su rostro brillante refrescó a todos. Ella no había dejado de trabajar en el campo, durmiendo solo dos horas al día. Con el rostro sonriente, dijo: “Había pensado en renunciar a la agricultura. Estoy muy agradecida de recibir la ayuda de la Fundación de Bienestar Nueva Vida en este duro momento”.

Para enderezar los árboles caídos de pimiento rojo, los voluntarios pusieron estacas y los ataron a los árboles con cuerdas. Después de rociar los árboles con pesticidas, acabó todo el trabajo alrededor de las 5 p. m. Los jóvenes voluntarios se preguntaban cómo pudo la agricultora haber hecho todo este trabajo sola, pese a su avanzada edad. Dejándola con lamentos, agitaron las manos, diciéndole: “¡Por favor, tenga ánimo!”.